MI HISTORIA DE MIEDO
Era un día soleado cuando yo iba caminando por el bosque y oí unos pasos fuertes entre los arbustos. Oí unos rugidos y delante de nuestro camino apareció un oso diablo.
-¡Hay que huir! -exclamó Enol.
Fuimos en sentido contrario al que iba nuestro grupo, luego apareció otra de esas manadas de oso diablo y Enol y yo nos paramos fuera del camino, salimos de la cuneta y fuimos en busca de nuestros compañeros. Había otro grupo que tomó un desvío. Fuimos por ahí y nos perdimos, fuimos a por el grupo equivocado,
-¡Los encontramos! -exclamamos Enol y yo ala vez.
-¡Eh, no son los nuestros! -dije yo decepcionado.
-Pues claro que no somos los nuestros, nosotros no os conocemos de nada.
-Eso, eso -dijeron los otros niños enfadados.
-Vale -dijimos nosotros dos.
-Enol, el otro camino -le dije yo.
Tomamos el camino que creímos que era. Cuando andamos un buen cacho, vimos unas luces y unos teitos y un montón de hombres raros. Era una ciudad caníbal, los caníbales empezaron a decir unas palabras raras y empezó a temblar todo el bosque. Apareció una casa gigante con patas y boca.
-Tenemos que huir -gritó Enol exasperado.
Huimos, vimos el desvío por el que habíamos llegado a todo esto.
-¿Seguimos de frente o no? .gritamos exasperados-.
-Tenemos que dar la vuelta. no hay tiempo, la tenemos encima -dijo Enol.
Luego se cayó un árbol en nuestro camino, nosotros nos libramos, pero la casa no, le cayó el árbol encima. Nos caímos a un precipicio y caímos justo a la puerta del albergue. Ya estaban todos cenando y al fin nos salvamos.
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